El cine de terror siempre busca fórmulas nuevas para sorprender, y HIM intenta hacerlo combinando una de las pasiones más grandes en Estados Unidos: el fútbol americano. El resultado es una película intrigante, con momentos intensos, pero que termina siendo demasiado rara para su propio bien.
La historia sigue a Cameron Cade (Tyriq Whiters), un quarterback en ascenso cuya carrera peligra tras una lesión. Cuando todo parece perdido, aparece uno de sus héroes, Isiah White (Marlon Wayans), quien le ofrece entrenarlo en un complejo aislado. Lo que inicia como una oportunidad de redención pronto se transforma en algo mucho más oscuro, a medida que la obsesión y el carisma de Isiah revelan su verdadero rostro.
Dirigida por Justin Tipping y producida bajo el sello de Monkeypaw Productions, HIM prometía una propuesta fresca al mezclar terror con deportes. Sobre el papel, la idea suena atractiva; sin embargo, en pantalla, la ejecución cae en lo caótico. La película mantiene un aire intrigante, pero sus giros de trama resultan absurdos y aleatorios, dejando la sensación de un “happening” de terror que nunca logra impactar del todo.
Las actuaciones de Whiters y Wayans son quizá el punto más sólido del filme. Ambos cargan con gran parte del peso narrativo y mantienen al espectador atento. Por desgracia, más allá de ellos, la cinta ofrece poco que destacar.
La música de Bobby Krlic aporta atmósfera adecuada para un thriller psicológico, reforzando la tensión y el misterio. Sin embargo, sus composiciones carecen de melodías memorables que la hagan sobresalir dentro del género.
En conclusión, HIM es una película arriesgada que busca criticar la idolatría hacia las figuras del fútbol americano y la obsesión por encontrar al próximo GOAT (Greatest of All Time). Lamentablemente, sus decisiones narrativas absurdas y su guion inconsistente hacen que sea difícil recomendarla incluso para los fans más curiosos del cine de terror experimental.