Edgar Wright regresa con una de las adaptaciones más esperadas del año: The Running Man (2025), un remake del clásico ochentero protagonizado por Arnold Schwarzenegger, basado en la novela de Stephen King escrita bajo su seudónimo Richard Bachman. Esta nueva versión abandona el tono caricaturesco original para sumergirse en una distopía más oscura, política y sorprendentemente actual.
En un futuro donde la televisión se convierte en una arena mortal, Ben Richards es forzado a participar en The Running Man, un reality show donde los concursantes deben sobrevivir a cazadores letales mientras millones de espectadores disfrutan del espectáculo.
Wright imprime su sello visual desde el primer minuto. Las secuencias de persecución son precisas, vertiginosas y llenas de energía. El montaje mantiene la tensión sin caer en el caos, y cada escena impulsa la historia hacia una crítica directa al morbo y la deshumanización del entretenimiento moderno.
El guion logra equilibrar acción, sátira y comentario social, actualizando los temas de Stephen King para una era dominada por las redes sociales y el streaming. La película funciona como un espejo oscuro de nuestra obsesión por el espectáculo, y lo hace sin perder ritmo ni intensidad.
Glen Powell brilla como Ben Richards, combinando vulnerabilidad y fuerza con un carisma que lo consolida como nuevo héroe de acción. Jodie Comer ofrece una actuación sólida como la productora que empieza a cuestionar el sistema, y Giancarlo Esposito, como el presentador manipulador, se roba cada escena con su presencia magnética.
La música de Steven Price mezcla sintetizadores retro con ritmos industriales modernos, creando una atmósfera tensa y envolvente que potencia cada momento de acción.
Sin alcanzar los extremos visuales de Mad Max ni la sátira pura de Black Mirror, The Running Man (2025) encuentra su propio espacio: un thriller de acción con cerebro, ritmo y una crítica poderosa sobre el entretenimiento contemporáneo.
