Mientras Elphaba (Cynthia Erivo), ahora convertida en la temida Bruja Malvada del Oeste, vive en el exilio luchando por la libertad de los Animales silenciados de Oz y tratando de exponer las mentiras del Mago (Jeff Goldblum), Glinda (Ariana Grande) —elevada ya a símbolo de bondad y belleza para todo Oz— permanece en el palacio de la Ciudad Esmeralda disfrutando de los privilegios de la fama, siempre bajo la influencia meticulosa de Madame Morrible (Michelle Yeoh). Es en este delicado equilibrio político y emocional cuando una chica de Kansas irrumpe en sus vidas, detonando cambios que transformarán el destino de todo el reino.
En esta segunda parte, la dirección de Jon M. Chu y el diseño de producción de Nathan Crowley vuelven a destacar por su estilo extravagante y multicolor, construyendo un Oz deslumbrante que combina espectáculo visual con una narrativa emocionalmente más oscura. La estética sigue evocando tanto la novela de Gregory Maguire como el espíritu del musical de Broadway, ampliando la escala sin perder detalle.
Uno de los elementos más sobresalientes es el diseño de vestuario de Paul Tazewell. Cada conjunto está cargado de simbolismo y glamur, reflejando la evolución de los personajes desde sus días como estudiantes y profesores hasta esta etapa donde el poder, la realeza y el surrealismo dominan su presencia visual. El vestuario no solo embellece el mundo de Oz, sino que profundiza en su mitología.
Las interpretaciones de Erivo y Grande alcanzan nuevos matices, mostrando mayor emocionalidad y dominio vocal, especialmente con la incorporación de los nuevos temas escritos por Stephen Schwartz, compositor original del musical. Ambas protagonistas elevan la intensidad dramática y musical de la historia.
“Wicked: For Good” funciona como una conclusión sólida y emotiva de las decisiones sembradas en la primera entrega. Es un cierre que respeta a los personajes, expande el universo y, sin duda, dejará satisfechos a los fans que han seguido este viaje desde el inicio.
